Paola Tumino, es actriz y profesora de teatro, oriunda de la localidad de San Martin, provincia de Mendoza. Vivió en Córdoba, allí realizó sus primeros estudios, primaria y secundaria, luego trabajó en radio hasta que decidió volver a Mendoza y dedicarse al arte. Participó en un taller municipal de teatro para jóvenes adultos, iniciando así su acercamiento al mundo de la actuación. Trabajó con el director teatral Gustavo Uano, director del Instituto Nacional del Teatro, a quien cataloga como su referente, desarrollando producciones teatrales y participando en fiestas populares de la región.
En su Mendoza natal, y transitando el mundo teatral, conoce a Raúl Rizzo y forman pareja. Luego viaja a Buenos Aires donde se radica definitivamente. Estudió teatro con Manuel Callao y junto a Raúl comenzó a dar clases de formación actoral en el Polo Audiovisual de Merlo.

¿Cómo inició tu sensibilidad y tu acercamiento a la actuación?
Todo inicia, en algún sentido, en mi desesperación por no sentirme estancada, era una época en la que yo volvía a Mendoza, luego de estar muchos años viviendo en Córdoba. Y en ese contexto, no me sentía libre, sentía que la sociedad de esa época y de ese lugar, San Martin, era demasiado conservadora. Eso me sucedía y me superaba, al punto de sentirme en una especie de jaula de la que no sabía cómo salir. Hasta que un día vi un cartel, una convocatoria a un taller municipal de teatro en la Casa de la Cultura, “miércoles de 19:30 a 21:30”, ja, recuerdo hasta el horario.Y lo cierto es que ese lugar, el edificio donde se dictaba el taller, estaba tan venido a menos que hasta había murciélagos. Ahí empecé y, pese a problemas personales de aquel momento, comencé a sentir que en ese entorno que me sentía bien, me sentía contenida. Luego conocí a Gustavo Uano, un gran director teatral que fue una guía y un maestro para mí. Aprendí mucho de él, principalmente en esto de eliminar el ego, en esto de valorar a todas las personas que trabajan en el teatro, en una obra, porque no solamente los actores trabajan en un teatro, hay personas que hacen tareas varias y todas son necesarias y destacables. Y yo quería entender, cada vez más, todo lo que implicaba y rodeaba a ese mundo, por eso me interesó mucho el área de producción y el detrás de escena.
¿Qué significa para vos ser actriz?
En mi caso no soñé de chica con serlo, no fue pensado, creo que todo se fue dando y una cosa llevó a la otra. Pero me animé, o me fui animando, me la jugué. Eso creo define mucho a los actores y actrices en general, somos seres que nos la jugamos. Y para mi significó poderme completar como persona, encontrar mi lugar, mi profesión. Cada vez que intenté tener otro laburo sentía que estaba haciendo un personaje, que no era yo. Salvo en el oficio de mamá, y en el amor, ahí si soy yo al 100 %. Todo lo que fui descubriendo y aprendiendo en esta profesión, me llevó a ser una persona más intensa, más auténtica, y me definió el camino.



¿Cómo te sentís en la tarea de enseñar teatro?
La verdad me siento como pez en el agua, me mejora. Encontré un lugar acorde a quien soy, un espacio donde me reconozco a mí misma. Ver el proceso, la mejora, y la alegría que los alumnos y alumnas transmiten con sus personajes, sus obras, sus puestas, es algo que me da felicidad y que nunca quisiera abandonar.
Contanos sobre las clases junto a Raúl en el Polo Audiovisual de Merlo ¿Emplean un método en particular?
Hay un antes y un después en el proceso mío dando clases. Siento que a Raúl le aporte, porque él venía de la vieja escuela. Una fusión interesante, porque tenemos muchas veces miradas diferentes, y hasta opuestas, pero eso nos potencia. La complementariedad de géneros es inevitable. Pero nos focalizamos en la formación teatral, desde la base, porque trabajamos en el reconocimiento físico, y también en el sensorial y el interno. La herramienta del actor, es él mismo, y trabajamos primeramente con el proceso de autopercepción, el autodescubrimiento, para luego ir hacia la creación.
¿Cómo ves la producción de teatro independiente en la actualidad?
Durísima. Siempre fue un rubro sacrificado, pero la pandemia nos desestabilizó, el mundo del teatro fue de los más afectados. Mucha gente se quedó sin trabajo. Nos perjudicó mucho, pero ahora de a poco todo tiende a mejorar, la gente está volviendo a las salas. Lamentablemente los espectáculos son quienes suelen sentir más las crisis económicas. Ir al teatro, o al cine, para muchas familias es un lujo que no siempre pueden darse. Pero soy positiva y tengo esperanza de que todo va a mejorar.
¿Cuáles son tus proyectos a futuro?
Quiero seguir dando clases, es algo que me apasiona y me hace bien. También me gustaría trabajar en una obra de teatro, actuando, o quizá también en el detrás de escena, tengo ganas de hacer comedia. Una de las cosas más lindas de la actuación es sentir la energía del público, y quiero seguir sintiendo y disfrutando de ese hermoso regalo que tenemos los que pisamos las tablas. Quisiera incursionar en la actuación para cámara, es una materia pendiente, que me genera intriga, también inseguridades, pero es algo que deseo experimentar.
¿Qué le recomendarías a alguien que desea iniciarse en el oficio de la actuación?
Que lo haga sin dudarlo, que lo entregue todo, que no lo tome como un pasatiempo o hobbie, porque esto es una profesión y requiere de mucho esfuerzo y dedicación. Se lo debe tomar en serio. Para trascender en la actuación hay que tener constancia, disciplina, y sobre todo amor, por el arte, por el teatro, por la vida.


